27 de abril de 2010

Un poquito de ti



Marcella Mágica

Siempre me ha gustado ayudar a los demás. Afortunadamente, los colegios en donde he estudiado han sido claves en desarrollar en mí ese interés. Los colegios américanos en general incentivan muchísimo la ayuda a la comunidad y a la gente que nos rodea. Los colegios me han llevado a participar en varias actividades sociales como visitar orfanatos, ancianatos, enfermos terminales de SIDA, ayudar a niños pobres entre otras cosas. Una de las cosas que más me afectó de vivir en la India fue lo importante que es ayudar a los demás. El American Embassy School (AES) es un colegio excepcional con facilidades que cualquier universidad podría envidiar. Los jueves en las tardes solían hacer una actividad llamada Reach Out. Esta consistía en abrir las puertas del colegio a la comunidad y asistir a la gente como fuese necesario. Habían médicos que atendían pacientes gratis y profesores dando clases a los niños. Por otro lado, se les daba ropa, comida, bebidas, cuadernos y una variedad de cosas a la gente que asistía. La India es uno de los países con más pobreza en el mundo entero, por lo tanto, a veces llegaban cientas de personas a recibir cualquier tipo de ayuda en el Reach Out. A los estudiantes nos invitaban a participar voluntariamente y yo decidí participar. La primera vez que fui al Reach Out me dejó impactada. Eran demasiadas personas con necesidades reales y fuertes. Probablemente lo más difícil era imaginar que luego de que se terminara la actividad, la mayoría de las personas ahí saldrían a dormir en la calle. De ahí pasé varios jueves en el campo de fútbol de AES hablando y jugando con niños Indios y enseñándole lo que había aprendido en el colegio durante la semana. Esto me llenó de un deseo fuerte de ayudar a los demás.


Unas de las personas que realmente impactaron mi vida en este sentido fueron Virgilio e Imary. Ellos son padres y personas que realmente admiro. Al nacer su hija Marcella hace unos años con parálisis cerebral, no permitieron que se les paralizara la vida. Virgilio e Imary actuaron. Han hecho todo lo posible por rehabilitar a Marcellita, pero más allá de esto, pensaron en los demás también. Ellos crearon una fundación llamada SuperAngeles para brindarle apoyo a otras familias con niños que sufren de lesiones cerebrales. Con esta fundación han creado conciencia y han ayudado y apoyado a decenas de personas, no solo en Venezuela si no en México, Perú y Puerto Rico, donde crearon sucursales de la fundación. Los verdaderos ángeles son Virgilio e Imary, por inspirar a tantos con su amor y cariño. Realmente es conmovedor el trabajo y la fuerza que los guía siempre y la dedicación que le tienen no solo a Marcella, si no a cualquiera que esté pasando por lo que ellos pasan.


Uno de los 'viejitos' del Ancianato

Hace unos años, mi papá decidió ayudar a financiar un ancianato en Gochilandia. Tenían años esperando que el gobierno les pusiera atención, pero no los ayudaban como era necesario. El ancianato es cuidado por una monja, viejita también, que ha dedicado su vida a ayudar a los demás. Cuando mi papá supo del ancianato, se enteró de que la Hermana y el enfermero que atendían a los ancianos lo hacían de gratis. Todo lo que les entraba a través de la iglesia lo gastaban en el ancianato. Nada quedaba para ellos. Afortunadamente mi familia pudo ayudar de cierta forma: avanzándoles la construcción y además ampliándolo para convertirlo en un orfanato/casa para 10 niñas. Todo esto aún está en proceso. El año que mi papá empezó a ayudar al ancianato decidimos que pasaríamos el 24 de diciembre en la tarde celebrando la navidad con los viejitos. Compramos hallacas, pan de jamón, refrescos, pernil, y ensalada y fuimos a pasar la tarde allá. Fuímos con la intención de ayudar a los viejitos y nos fuímos de ahí sintiendo que fueron ellos los que nos ayudaron a nosotros. Fue, para toda la familia, una experiencia realmente gratificante. Compartimos con ellos, les conversamos y ellos se desahogaron contándonos sobre su vida y sus experiencias. Esa noche, cuando llegamos a casa y vimos todos los regalos en el árbol para cada uno de nosotros, no pudimos evitar sentirnos egoístas. Tenemos tanto, y damos tan poco. La realidad es que no hace falta tener nada para dar. Tal es el caso de la Hermana que cuida a los ancianos. Si cada uno de nosotros diéramos realmente un porcentaje mínimo de lo que podemos dar, pienso que podríamos hacer cosas realmente maravillosas. A veces la vida se atraviesa y no nos damos cuenta que podemos hacer mucho por otros. A veces es tan simple como una sonrisa, un buenos días, un “te puedo ayudar en algo?” Tenemos que tomarnos el tiempo y alzar la mirada y darnos cuenta que realmente cada uno de nosotros tenemos la posibilidad (por más mínima que sea) de ayudar a otros. No solo es una experiencia que puede realmente facilitarle y alegrarle la vida a otra persona, sino que también te puede llenar a tí más de lo que te puedes imaginar.


* Para más información sobre SuperAngeles: http://www.fundacionsuperangeles.blogspot.com/
Si quieren colaborar de algúna manera con el Ancianato, pónganse en contacto conmigo.

3 comentarios:

  1. Qué belleza de entrada, Fabi! Hace falta mucha gente como tú y tu familia en el mundo! Nosotros estuvimos trabajando de voluntarios hace poco y llegamos con esa misma sensación, tenemos tanto y damos tan poco! Y es cierto lo que dices, a veces no solamente es lo material, es que también somos egoístas con la atención, la educación, los modales, el imteresarnos por el prójimo.
    Te mando un fuerte abrazo, gracias por ese post tan bello.

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  2. Tienes toda la razón fabi.. uno no se imagina lo que llena simplemente ayudar a otro con lo mínimo que se pueda.. tuve la oportunidad de participar en Santa en las calles, no sé si sabes que es, y de verdad que me encantó, ahora no quiere perdérmelo ni un solo año, porque lo que sentí ese día fue indescriptible, sobre todo cuando llegué a mi casa, me di cuenta lo afortunada que soy.

    Jess

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  3. que puedo hacer para colaborar con el ancianato?

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