22 de noviembre de 2010

Diez Mantras Paternos que le Arruinan la Convivencia a los Hijos



Este post es parte del libro de Toto Aguerrevere "Cuentos de Sobremesa"basado en los escritos de su blog Conversations Overheard at the Mad Hatter's Tea Party recomendadísimo el blog y el libro! Aunque no es mi cuento, podría serlo ya que sí, es algo que también Aprendí en el Bosque. Disfrútenlo y compren su libro en Tecniciencias!

Por cierto me identifico con todos, incontables veces oí a mi mamá y mi papá decir probablemente cada una de las cosas en ésa lista. Creo que a los papás les insertan un chip con frases qué decirles a sus hijos para regañarlos en el momento en que nacemos. Probablemente el día que yo tenga hijos, a mi también me insertaran el mismo chip.

Diez Mantras Paternos que le Arruinan la Convivencia a los Hijos

1. Atiendeeeeee: Miren, la última vez que uno atendió el teléfono de la casa era un señor cobrando una factura que Ustedes no pagaron. La penúltima vez, era su mejor amiga que llamaba para ver cómo le había ido a Ustedes en el dentista. Llamada, por cierto, ilógica. La antepenúltima vez era el señor colombiano que le cobra no se qué cosa a Josefa cada quincena y las demás cien mil veces era la abuela inoportuna. Uno no atiende el teléfono porque le da fastidio. La razón es que siempre, siempre, siempre es para Ustedes. Lo mejor es cuando están en la parte de arriba de la casa y empiezan a gritar “atiendeeeeeeeee” como hienas y en eco. La respuesta “si no es para mí” se dice con bastaaante cariño y paciencia. La frase “Mamáaaaaaaaaaa, agarra el teléfono” tiene toda la connotación de odio que se merece por obligarnos a pararnos del sofá sin razón alguna.

2) Es que tú no colaboras: Esta frase es consecuencia de una orden anterior estilo “ayúdame a poner la mesa” Por lo general, dado que ninguno de Ustedes parió soldados de Buckingham, nosotros estamos haciendo algo en el momento en que lanzan la orden. Sí, es completamente inoportuna pero uno tiene la decencia de quedarse callado, terminar rapidito lo que está haciendo y bajar a poner la mesa. Pero que pase un milisegundo, para que ya empiecen con el cuentico del egoísmo por la falta de colaboración. Ya vaaaaa. Sabemos que lo tenemos que hacer, y no va a ser en media hora. Es en tres minutos y medio. Pero que pasen diez segundos sin reacción. Pasamos de ser hijos pródigos a hijos que no lavan ni prestan la batea.

3) No es No, 'Ene O', No: Llega un momento en toda vida de hijo en que nos rendimos a la hora de preguntar si podemos hacer algo o no. Lo hacemos y punto. Porque la verdad, nos dijeron tanto que no, que tuvimos que hacerlo igualito para poder tener una vida social que no nos llevase a ser ermitaños y terminar aniquilándolos como Anthony Perkins en Psicosis. El “no puedes” adolescente se tornó en un “no me parece” en la vida adulta. Eso, lo hacen los padres que emplean psicología autoritaria. Los que tratan de sacar remordimiento utilizan “¿Pero por qué vas a salir? Mejor no salgas, quédate hoy.” Pero lo peor, para que lo sepan, es cuando juran que somos analfabetos y comienzan a deletrear la palabra “no”. Provoca responderles: “Muy bien. Ahora deletrea la palabra ‘impermeabilización’.”

4) Esto no es un hotel: Amamos cuando se disfrazan de Concierge para entrar a nuestros cuartos a una hora donde ni los pájaros se han levantado. Como si les diese rabia que otra persona pueda dormir más que Ustedes en un domingo de Ramos. Es tremendamente antipático encerrarnos para que no entren o poner una señal de “Do Not Disturb” , porque la verdad es que es su casa y nos dan un time-sharing gratis. Pero uno pensaría que tener la decencia de subir las escaleras a las cuatro de la mañana, cual ratero rascado disfrazado de mimo Ninja para no despertar a nadie, sería un servicio social comunitario en su beneficio. Craso error. Que Ustedes desayunen o almuercen sin nuestra presencia es pecado mortal. Como si volver a calentar un pasticho fuese una tragedia china.

5) Pon eso en un platico. Uno entiende que las mamás están demasiado orgullosas de sus vajillas de “cuando yo me casé”. Que se puede ir el marido, la señora de servicio, el loro y los hijos pero esa vajilla permanece intacta y custodiada bajo siete llaves. También entendemos que esa vajilla tiene una serie de platos, semi platos, excusas de platos, platones, platitos y plátanos que conforman un todo del cual, francamente, jamás sabremos cuál es el de la ensalada. Pero mamá, vamos, es domingo, diez de la noche y me hice un sanduchito de queso y no lo derretí porque me dio flojera. ¿Por qué diantres tengo que dármelas de cena presidencial y ponerlo en un platico cuando me lo estoy comiendo como si estuviese en una cantina? Igualito con el individual. Un pedazo de trapo en cien mil variedades que hay que poner, porque si no las constelaciones se juntan y el arca de Noé nos deja chapoteando. Dale pues, el Pirulín me lo como en un platico. Y aún así, siempre va a ser: "No vale chico, ¡en ese platico no!"

6) ¿Y con qué culo se sienta la cucaracha? Ahhhhh, el sórdido tema de la moneda. La verdad es que pedirles plata a Ustedes es un proceso que si supieran. Hay que agarrarlos cuando están felices, entonados, ocupados o dormidos. Basta que estén en un momento lúcido para que nos salgan con este criollismo. Admitimos, hasta ahora no ha habido un hijo estilo Sheldon Cooper para ponerse a hablar de la cucaracha con Ustedes. Porque eso es lo que se merecen, una cátedra cucarachera por venirnos a salir con semejante frase. ¡Y que Dios nos libre que un hijo encuentre el árbol sagrado! Ese mítico árbol al que se refieren Ustedes cada vez que preguntan "¿y tú crees que yo tengo una mata de dinero en el jardín?" No estamos buscando desfalcarlos pero que nos salgan con eso, cuando uno lo que está pidiendo es un miserable billetico de Luisa Cáceres de Arismendi mientras llega al cajero, solo comprueba que Ustedes tenían unos papás pichírrisimos.

7) Es que tú no cuidas las cosas: Esto se toma como un insulto personal. Un hijo que les enseñó a jugar Nintendo, a prender un DVD, a cambiar de canal con el control remoto y a decirles que Hotmail no era una página pornográfica, se merece más respeto. No chocamos, nos chocaron. Hay una diferencia enorme. Dígannos cuando perdemos la cartera. Eso da pie para que se disfracen de emperadores del mal presagio. Sólo porque pusimos la cartera en el comedor y se nos olvidó, ya da pie para que salgan con todo un drama que hay que mandar a cancelar las tarjetas, la cédula y cien mil documentos. Que se les pierda a Ustedes los anteojos. Cosa que por cierto, jamás es una afirmación. Siempre hay una presunción de robo: “¿Quién me quitó mis anteojos?” Nota: el 99.9% de las veces que claman que les robamos los anteojos, los tienen encima de la cabeza. Pero admitimos que es cuchi cuando responden “aquí ‘tan”.

8) Esta es mi casa: ¡Como les gusta jugar al Señor Presidente! Nosotros les respetamos la frase porque sabemos, desde muy temprana edad cuando nos prohibieron jugar en el salón, que somos unos invasores. Que tuvimos que perder todo el pudor gracias al temita de “no te encierres con llave” y que “bájame el perro del sofá” aplica para todo el mundo menos cuando a Ustedes les da por cariño perruno. Entendemos que podemos dejar regada la moralidad, la virginidad y las buenas costumbres pero que dejemos tirado un zapato es visto como una ofensa personal al orden del Cosmos. Ésta la perdonamos, porque es chévere jugar al Estado. La perdonamos porque cuando nos mudemos de la casa, vamos a mandar a VTV el video en donde salen Ustedes gritando “¡No Volverán!” Que quede constancia, cuando sean unos chochos y vengan a pedir cacao que quieren que nos volvamos a mudar con Ustedes.

9) Así tú no sales: Explicarles la moda a Ustedes es difícil. Hay padres que lo han entendido. De esos nos burlamos. Sobre todo, las mamás que decidieron que era chic ponerse leggins igualitos a los de sus hijas de dieciséis. Faux pas. Pero llegamos nosotros, que no sabemos nada del mundo, a salir con un blue jean con un hueco y una franela raída y Ustedes se lanzan una de Joan Rivers en Fashion Police. ¿Qué pasó? Nadie se ha metido con el hecho que Ustedes se ponen los pantalones brincaposos o que dejan la marca de la pintura de labio en el pitillo. Nadie. Se les quiere precisamente por no tener fashion sense alguno y salen de dictadores a decir “así tú no sales”. Bueno, por lo menos no son esas mamás que andan por la vida diciendo que uno se tiene que poner interiores decentes, no vaya a ser que tenga un accidente ho-rren-do y el médico en la clínica nos vea con malos ojos. ESA sí es la profecía del desastre.

10) Si sigues así no vas a llegar ni a los treinta: Nos encanta que siempre nos dijeron cosas como “si quieres ser bailarín de Venevisión, échale plomo pero sé el mejor”. Esa frase nos asustó de por vida, razón por la cual hoy somos unos marginados detrás de una computadora con un cargo ilógico de “Analista”. Pero se pasan. Sólo porque nos quedamos dormidos UNA SOLA VEZ, o porque nos gusta echarnos el traguito después de la oficina, no nos hace merecedores del foso donde a veces nos meten. Como cuando nos sacan en cara su propia biografía en Wikipedia: “Cuando yo tenía tu edad, ya tenía a mis tres hijos, mi casa y enterrado dos perros”. ¿Qué psicología del desastre es esa? Esa comparación no puede hacerse por una sola razón: todos Ustedes estaban de farra cuando pasó el 4,30. Nosotros, los herederos de las malas consecuencias. Es lógico que nos queramos echar un palo. ¡Nos legaron un mundo horrible que se les fue de las manos!

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