13 de julio de 2011

Una pequeña reflexión



Hoy escribo después de pasar la noche en vela leyendo el libro de Jaycee Dugard. Jaycee fue secuestrada a los 11 años y mantenida prisionera en un jardin durante los próximos 18 años de su vida, hasta al fin ser encontrada. Una historia difícil de digerir y comprender. Pero qué lección deja su vida. A pesar de la pesadilla en que vivió, Jaycee, a tan solo 1 año de su libertad, es una persona alegre y positiva. Es difícil de imaginar cómo alguien puede superar un trauma tan fuerte, pero Jaycee lo ha ido logrando poco a poco. Es admirable su actitud ante la vida. Es admirable que pueda sonreir, reirse, y ser feliz.

A veces somos tan dramáticos y hacemos castillos y montañas de pequeñas piedras en el camino. Leer una historia como la de Jaycee nos da perspectiva. Nada en esta vida es insuperable. Soy afortunada por la vida que he tenido y, como casi todos, hay días en que no aprecio las cosas que para mí son obvias y olvidables como mi libertad. La posibilidad de tener opciones y poder tomar mis propias decisiones. Oír historias como las de Jaycee y su recuperación me hace sentir que no hay barrera que no se pueda derribar. Si ella ha podido aprender a ser feliz, dejar el pasado atrás y no ser víctima de su trauma, entonces todos podemos superar cualquier obstáculo. No podemos ser víctimas de nuestros pequeños traumas y fracasos. Esta historia me demostró una vez más que siempre hay una luz al final del túnel.


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